23/02/2022
No todos los reyes de los cuentos son sabios y amables. Hay también reyes muy antipáticos. Como el rey que conocí en el cuento El rey Osagboro (CIDCLI), de Gabriela Burin y Anabella López, que pedí prestado en la Biblioteca Pública Digital.
Al rey Osagboro lo que más le gustaba era el oro y era conocido en todo el mundo por su enorme corona, hecha por hábiles orfebres (personas expertas en trabajar metales preciosos). Tan grande y pesada era la corona de este rey, que ni siquiera se la podía sacar para dormir.
El rey Osagboro vivía en un enorme castillo, que las mujeres que lo atendían tenían que recorrer día y noche. Porque este rey era muy caprichoso y estaba siempre exigiendo cosas. Pedía a gritos cosas para comer, como jugos de fruta y pasteles, pedía que lo bañaran y también pedía en la noche que le contaran cuentos para dormir.
Un día el rey Osagboro le dijo a sus orfebres que hicieran patines de oro para las mujeres que lo atendían. Así sus deseos podrían ser cumplidos más rápidamente. Por supuesto, a este rey no le importó si las mujeres que los ocuparían sabían o no patinar. Era un rey muy pesado, como ya lo ven.
¿Qué haría el rey Osagboro si se quedara sin personas para atenderlo? Es lo que Osagboro tuvo que aprender.
Les recomiendo este libro para que conozcan a un rey y a un reino muy especial.
Si les interesan los castillos de cuentos, les invito a conocer castillos chilenos en el capítulo de mi bitácora llamado "La vida en un palacio". También les invito a hacer la actividad e imaginar su propio palacio. Seguro que serán mejores reyes y reinas que el egoista rey Osagboro.
Memoriosa.
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