El 13 de marzo de 1907, el entonces presidente Pedro Montt promulgó un decreto que designó una comisión encargada de elegir los terrenos para la construcción de un nuevo edificio para la Biblioteca Nacional.
La Biblioteca pronto tendría su cumpleaños número 100 y necesitaba un espacio que le permitiera recibir a sus visitantes y acoger las colecciones que con el paso de los años iban creciendo.
En un primer momento se evaluaron diversos lugares, entre ellos, el Mercado Central ubicado en Mapocho; el sector oriente del Parque Forestal, donde había antes una laguna; y los terrenos de los padres agustinos en la Alameda (entre las calles Almirante Barroso y Cienfuegos).
Finalmente se optó por el monasterio de las Monjas Claras. Según el testimonio de Carlos Silva Cruz, director de la Biblioteca Nacional entre 1910 y 1927, "tomando en cuenta su ubicación central, su fácil accesibilidad desde otros puntos de la capital y sus dos hermosos frentes, uno a la Alameda y otro al Cerro Santa Lucía", este parecía ser el lugar perfecto.
El gobierno decidió adquirir, en diciembre de 1912, estos terrenos para erigir lo que los periodistas de la época llamaron "el nuevo palacio de los libros".
Los invito a ver cómo era el monasterio de las Monjas Claras, antes de que fuera demolido para construir la Biblioteca Nacional.
Memoriosa.