El primer hogar del cinematógrafo (máquina capaz de filmar y proyectar imágenes en movimiento) fueron las salas de teatro.
"Mi tatarabuela era aficionada al cine y le contó a mi abuela (que me contó a mí), que en estas primeras salas se presentaban películas mudas, pero que eso no significaba que la sala estaba en silencio. Había un pianista que acompañaba la función y los espectadores comentaban en voz alta la película", dijo la Mariposa.
"Los asistentes se vestían con su mejor tenida y no era raro que los días domingos el teatro estuviera repleto, con espectadores parados en los pasillos o incluso siendo desalojados por la fuerza pública para evitar accidentes. ¡Parecía una verdadera fiebre del cine!", continuó la Mariposa que contaba las cosas con tanto entusiasmo que parecía que había estado ahí, viendo las películas junto a su tatarabuela.
Para acompañar su relato, hice una galería con los principales teatros de la época.
Tal vez la tatarabuela de la Mariposa fue a alguno de ellos....
Memoriosa.